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Santas Justa y Rufina

  • Foto del escritor: María Molina
    María Molina
  • 17 jul
  • 1 Min. de lectura
Santas Justa y Rufina de Juan de Espinal



Justa y Rufina fueron dos hermanas nacidas en Sevilla los años 268 y 270 bajo en dominio romano y pertenecían a una modesta familia de cristianos clandestinos dedicados al oficio de la alfarería.


Era costumbre celebrar una vez al año una fiesta en honor a Venus. Se recorrían las calles de la ciudad pidiendo limosnas para la fiesta. Cuando los seguidores de Venus llegaron a casa de Justa y Rufina solicitando el dinero correspondiente, las hermanas se negaron a pagarlo e hicieron añicos la figura de la diosa.


Fueron encarcelarlas y fueron martirizadas de diversas formas para abandonar sus creencias cristianas. Justa y Rufina se mantuvieron firmes y fueron encerradas en una tenebrosa cárcel para morir de hambre y de sed. Justa falleció y tiraron su cuerpo a un pozo. Rufina fue llevada al antiteatro y presentada ante un león para que la destrozará, pero el animal se portó con ella como un gatito. Finalmente, Rufina fue degollada.


Por todo esto, ambas fueron objeto de la devoción popular, y se las consideró santas. Se les nombró patronas de los gremios de alfareros y ceramistas y son veneradas en diversos lugares especialmente en Sevilla.

Santas Justa y Rufina de Murillo en Museo de Bellas Artes de Sevilla

La tradición las señala como protectoras de la Giralda y la Catedral, considerando que, por su intercesión, no cayeron tras el terremoto de 1504. De esta manera, suelen estar representadas junto a la Giralda, portando palmas como símbolo del martirio y con diferentes objetos de barro alusivos a su profesión de alfareras.







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